Margoth Gonzalez
Super Diaconisa-Fundadora
Mi nombre es Margoth González, una mujer que es fielmente creyente en la oración. Gracias a la misericordia del Dios Altísimo he sido un instrumento en la sanidad divina dejándome ser una saeta en las manos de Dios y he sido testigo de sus milagros hechos por medio de la oración. Pero en cierta ocasión a mí me llego la aflicción de la enfermedad llamada Cáncer. Ante los ojos de mis seres queridos y toda la Iglesia todo parecía ser que mi enfermedad era sumamente peligrosa. El tiempo no estaba a mi favor ya que ella avanzaba rápidamente causándome grande dolor. Los doctores preocupados por el tamaño y la gravedad me aconsejaron que rápidamente me hospitalizara y me pusiera en manos de ellos para ser operada y después la dolorosa quimioterapia. Yo lo único que pensé en ese momento fue en que mi doctor no serían ellos sino mi Creador. Así que fui ante Él y derramando mi corazón le pedí que fuese conforme a su voluntad. Yo mire su gloria durante mi oración y en ese mismo instante yo sabía que todo iba a estar bien, porque el Señor se manifestó grandemente en mí. Fui a ser hospitalizada a la siguiente semana y los doctores se maravillaban y no podían creer lo que encontraron, el tamaño de mi cáncer había sido disminuido a un tamaño pequeño. Gracias a mi Dios salí del cuarto de operación con gran tranquilidad en mi corazón, y con seguridad que yo no iba a necesitar quimioterapia, porque yo fui sana por medio del poder de la oración hasta el día de hoy. Grande es mi Dios y todo su poder, confía siempre en Él y Él hará conforme sea su voluntad. Porque yo, Margoth González, fui testigo de El Poder de la Oración.
Ismael Perez
Superintendente, Jefe de la Campaña del Norte de California
Honrando la fe en nuestro Señor Jesucristo, y fielmente creyendo que la fe puede MOVER MONTAÑAS...
En la madrugada del 27 de noviembre de 1990, en un viaje de regreso de unas Reuniones de Ungidos celebradas en la ciudad de Bell Gardens, California, y después de haber sido ascendido al rango de Supervisor...Yo, Ismael Pérez, siervo de esta Iglesia, testifco...
Justo antes de llegar a nuestro lugar de residencia en la ciudad de San José, California, sufrimos un aparatoso accidente vehícular. Nuestra pequeña bebé, Chantelle Mercey Pérez perdió la vida, mientras que mi esposa, Elvira Pérez, se encontraba en estado crítico. Ella padecía de una fractura C1, el primer hueso en la columna vertebral, además de múltiples fracturas en todo su cuerpo. El diagnóstico médico declaró que mi esposa nunca podría volver a caminar.
A pesar de los resultados médicos, el Señor queriendo que tuvieramos consuelo en nuestra aflicción y dolor debido a la pérdida de nuestra niña, y el horror del accidente, nos dió consuelo y solaz. El Apóstol Rolando Gonzalez, junto con los hombres y mujeres santas de nuestra amada Iglesia, se unieron en oración en busca de la sanidad...
Pudimos palpar y ser testigos de el milagro de Dios cuando Él en su inmensa misericordia revirtió el diagnóstico del hombre y la ciencia...No mucho tiempo después, mi esposa tomó sus primeros pasos para la Gloria y Honra de Dios.
Patricia Salmeron
Diaconisa
Yo, Patricia Salmerón, Diaconisa de la Iglesia Misionera de los Discípulos de Jesucristo, declaró:
En 1992, sufrí un accidente desafortunado en un autobús público. Como consecuencia de este accidente, sufrí una desviación en la columna vertebral y la dislocación de varios discos. Yo quiero testificar y certificar que Dios usó al Apostól Rolando G. Washington para sanar mi aflicción por medio de la Sanidad Divina.
Yo ya no me podía mover y tuve muchas noches sin dormir del dolor. El 12 de marzo de ese mismo año, en su infinita misericordia, Dios usando al Apostól Rolando G. Washington me dijo: "¡Levántante y anda en el nombre de Cristo.". Me levanté de mi lecho y comenzé a caminar. Por esta y todas sus bendiciones que Él reciba toda la gloria.
Edilson Pereira
Supervisor Mayor, Embajador Especial de Brasil
Estaba orando en el templo de los ungidos y tuve una visión. Miraba un ojo grande y de este ojo nacían otros ojos pequeños y los ojos pequeños se transformaban en alas, y oía una voz que me decía: Este ojo es del ángel que guarda mi Iglesia. Después vi otra visión, era una iglesia que brillaba como una nube blanca, y oía una voz que me decía, esta iglesia es mi Iglesia sin mancha. Después vi otra visión, era un personaje cargando una cruz y oía una voz que me decía, esta cruz yo la cargué por todos para perdonarlos, y así como yo perdone, perdonad los unos a los otros. Que Dios reciba la honra y la gloria.